Las humedades que nos podemos encontrar en los garajes se pueden clasificar en:

A) Humedades que surgen de los  muros perimetrales, ocasionadas por filtraciones laterales, por falta de impermeabilización de estos muros. Cualquier reparación dentro del garaje es prácticamente perder el tiempo, pues para reparar bien, hay que hacerlo desde fuera, retirando para ello los elementos que lo permitan, e impermeabilizarse al trasdós. Las soluciones que pasan por realizar cámaras bufas no suelen ser satisfactorias.

B) Humedades que provienen del propio suelo, -desde abajo hacia arriba- en cuyo caso, es esencial que ubiquemos donde se encuentra la finca, si cerca de la playa, cerca de un río, y si el nivel freático está alto. En ese caso, la cimentación –aun siendo una losa armada- podría estar mal impermeabilizada o sellada.  Esta clase de humedades se detectan a través de un análisis del agua. Con estos análisis se va a detectar:

– Si las aguas son de corrientes subterráneas, entonces pueden provenir por defecto de previsión del proyecto de la obra, o por carencia de cementos hidrófugos en la construcción.

– Si son aguas tratadas con cloro, pueden provenir por averías de la red de suministro del ayuntamiento, que entra a la cimentación del edificio. Cabe reclamar a la administración o sociedad concesionaria del agua.

– Si las aguas son saladas pueden ser del mar, entonces el vaso de la cimentación no se ha hecho hermético. La cimentación debería haberse tratado con unos cementos hidrófugos (que no dejan pasar la humedad o filtraciones de agua)

C) Humedades que vienen de filtraciones o goteras por averías de los tubos de desagüe, en sus codos fundamentalmente de aguas sucias o pluviales que hay instalados en el techo del forjado del garaje.