¿Cuándo y por qué se forman en algunas estancias de las viviendas las llamadas humedades por condensación? ¿Qué se consideran puentes térmicos? ¿Cómo evitarlos?.  A continuación vamos a intentar responder a estas cuestiones que surgen tan a menudo con la aparición de estas molestas patologías.

La humedad de condensación es el resultado de la retención de vapor de agua en los capilares de los muros, paredes o revestimientos por la variación de temperatura en el interior con respecto al exterior. La humedad por condensación se origina por la diferencia de temperatura entre un interior cálido y el exterior frío, y conducida por los llamados “puentes térmicos”. Este contraste, provoca la condensación del exceso de vapor de agua ambiental. Generalmente se manifiesta en forma de colonias de hongos (manchas negras) o en forma de pequeñas gotas (como si transpirara la pared) o como si se “ampollara” la pintura.

Este tipo de patología se suele producir por los puentes térmicos,  que se caracterizan por ser zonas por donde se transmite más fácilmente el calor, al tener diferente material o espesor. Un ejemplo sencillo podría ser un tornillo que une dos planchas de madera. Como el tornillo conduce mejor el calor que la madera el calor se “escapa” por ahí. Por este motivo, antes de mejorar la eficacia del resto del aislamiento se debería valorar eliminar la fuga de calor del tornillo.

Por ello se producen también los  puentes térmicos en fachadas de edificios por el contacto de piezas estructurales con el exterior. Por ejemplo, en un edificio que tenga estructura metálica o de hormigón, los pilares y vigas harán de puente térmico respecto de la fábrica de albañilería, que normalmente es de ladrillo o bloques huecos de hormigón. Una fábrica de albañilería que sea interrumpida por un pilar o una viga, experimentará un puente térmico en esa zona, pues el pilar o viga, transmiten mejor el calor, provocando una pérdida y apareciendo un “punto frío” que puede provocar condensación. Generalmente son observables patologías (zonas húmedas con moho) en estos puentes térmicos. Para evitar esta transmisión de calor, se usa lo que se denomina rotura de puente térmico. Consiste en evitar que las caras interior y exterior tengan contacto entre sí, intercalando un mal conductor, con lo que se reducen mucho las pérdidas.

Un modo usual de resolver este común puente térmico en la fase constructiva es no situar los pilares o vigas enrasadas con la fachada por su parte externa, sino rehundidos unos centímetros respecto de la fábrica de albañilería, lo suficiente para “protegerlos” con un aislante térmico exterior. Así se evitarían las molestas condensaciones y aparición de humedad y moho en el interior de las viviendas. Y así deberían preverse y ejecutarse todas las edificaciones.